domingo, 2 de marzo de 2014

Camino hacia el futuro

Un día mi abuelito, en Denia, trajo un inodoro tipo "Roca", y lo instaló en la letrina; al lado colocó un cubo lleno de agua del pozo, pues en la casa no había agua corriente. Aquello era un lujazo, solo los ricos y los marqueses disponían de una cosa así; y como puerta dejó una cortina para que, a pesar de todo,  el pequeño recinto que era el retrete estuviese ventilado, que además estaba en medio del patio trasero de la casa, separado de todo el edificio. Y yo, que con mis cinco años cumplidos, debía ser muy pudoroso, veía que esa cortina no me separaba del mundo exterior con seguridad, así es que pronto coloreé un papel, por una cara de verde y por la otra de rojo, para que a modo de semáforo, indicase claramente si dentro había alguien, o estaba libre. No creáis que había semáforos en las calles, yo me había inspirado en los semáforos de las vías del tren, que eran una de mis aficiones favoritas.

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