viernes, 9 de junio de 2017

Los cines en Alicante

En Alicante había dos clases de cines: los de estreno, que estaban en el centro, donde hacían una película por sesión y eran caros. Recuerdo el Ideal, en la Avenida de la Constitución, el Avenida, entre la Rambla y la calle Bailén, El Capitol y el Monumental, enfrente del Mercado en Alfonso el Sabio, el Casablanca, en Angel Lozano, El Rialto en la calle Sevilla, el Carlos III en la calle San Vicente, el Calderón, en la calle Calderón, el Chapí, en el Paseo Soto, esquina a Maisonave, que estuvo pocos años con los mejores adelantos técnicos, donde ahora está El Corte Inglés. 
Y en los barrios habían cines de barrio o de reestreno, donde echaban dos películas, y eran más baratos. Detrás de casa de mis abuelos estaba el cine Carolinas, en la calle Donoso Cortés. Eran cines de sesión continua, entrabas y salias cuando querías. Antes de entrar mirabas los afiches, en Monóvar les decíamos los cuadros, y así sabíamos si la película era en color o en blanco y negro, y si era una película de amor, de guerra, de indios, de romanos, o del gordo y el flaco. Y una vez dentro, en la cantina del cine comprábamos, si todavía quedaban cuartos, pipas. El problema surgía, una vez dentro, cuando los del gallinero tiraban las cáscaras al patio de butacas, y eso solía pasar si la película resultaba aburrida. ¡Qué tardes de domingo se pasaban en los cines de sesión continua!

domingo, 14 de mayo de 2017

El café


Todas las mañanas cuando me levanto me hago un café que tomo con leche y una torta de aceite. Lo preparo en una cafetera con café molido que he comprado en el supermercado. Mi familia lo prepara ya en una cafetera de cápsulas. Pero, en mi infancia, ¿se tomaba café? Sí, pero solo en los bares. El café se compraba en las tiendas de alimentación (no había supermercados), y lo vendían en grano. Luego, en tu casa metías los granos en el molinillo y... a darle vueltas a la manivela: los granos de café se introducían por arriba, y se recogía en un cajoncillo ya molido; de ahí se vertía en agua hirviendo y luego se colaba en un colador de tela, "el calcetín". De ahí viene la broma de decir, cuando un café es flojo, o no sabe muy bien, "es un café de calcetín", refiriéndose a un café hecho con un calcetín... sudado. Pero la verdad es que en casa casi nunca se tomaba café, porque era caro. Los granos de café se sustituían por granos de cebada tostada, y nos hacíamos la ilusión de que era café. Y hoy a eso le llaman también bebida de cereales tostados.

La foto la saqué de un molinillo que hay en la casa rural Simeón de Gaianes (Alicante)