Para mí las siestas del verano eran momentos de encuentro conmigo mismo. Todos los adultos desaparecían y todo quedaba a mi alcance para gozo de mi curiosidad. revisaba cajones, veía los trastos que guardaban mis abuelos, cosas muy curiosas, como cartas de la baraja, plumas estilográficas, navajas, brochas y maquinillas de afeitar, herramientas y un largo conjunto de cosas acumuladas por mis abuelos durante los años de sus vidas.
En Denia recuerdo que me acostaba en una hamaca de lona dentro de la casa, en el comedor; cerraban las ventanas y decían algo del "llebeig", que yo no llegaba a comprender. Lo que recuerdo es que en el silencio y la penumbra de la siesta empezaban a silbar las rendijas de las ventanas, creándose un ambiente de auténtico terror, que, a fuerza de pasarlo, se me hizo familiar.
El llebeig es un viento local de Denia, fuerte, del sur, que baja del Mongó muy seco y cálido, y produce un efecto "Fohen" muy destacado. Es un viento muy desagradable que se da con frecuencia en verano después del mediodía hasta casi la puesta de sol. La gente, entonces, se refugiaba dentro de casa con puertas y ventanas cerradas.