martes, 25 de marzo de 2014

Mis viajes a Alcoy

      Ya tenía 15 años cuando estudiaba en Elda mi Bachillerato Superior. Al final del curso, en junio, íbamos a examinarnos al Instituto de Alcoy. Así es que salíamos de Elda muy temprano, a las 5 o las 6 de la mañana, en un autobús que nos llevaba a Alcoy. Primero por la carretera nacional a Sax, y de allí por un camino sin asfaltar, de tierra, a Castalla, donde empezaba una carretera estrecha hasta Ibi, y allí empezaban las curvas del Barranco de la Batalla, donde el hambre, los nervios, el sueño y la proximidad de la capital alcoyana te descomponían el cuerpo y el alma. Y siempre llegábamos justo a tiempo de empezar los exámenes a las 9 en punto de la mañana. Y digo capital alcoyana porque Alcoy tenía pinta de capital, con el Banco de España, los cuarteles de soldados, la escuela de ingeniería, que era donde nos examinábamos, los puentes, las plazas, la torre de la iglesia que parecía una catedral. La vuelta era más llevadera, pues ya estábamos cansados de todo el día de exámenes y bocadillos.

      Hoy ese camino es una autopista y en media hora se hace el viaje que entonces duraba tres horas.

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