lunes, 24 de marzo de 2014

Más que un tesoro

      Al cumplir los 10 años tenías que decidir qué ibas a ser de mayor. Si te ponías a trabajar te sacaban de la escuela, y te llevaban a una fábrica o a una obra para hacer recados y llevar carretillas de un lado a otro del pueblo, y así poco a poco ibas conociendo un oficio. Si tus padres querían un trabajo más cómodo para tí, seguías en la escuela hasta los doce años, y ya en sexto te enseñaban contabilidad y redacción comercial: tu destino estaba en una oficina. Si decidían que tenías que estudiar una carrera, a los 10 años, en quinto curso de primaria, te preparaban para hacer el ingreso en el Instituto, y si aprobabas ibas por las tardes a una academia, como la de don Salvador Jover o la de don Enrique. Claro que a otros los mandaba al Seminario, a estudiar para cura, que por lo visto era más barato.

      A mí me pusieron mis padres a estudiar para el Instituto, a pesar de que los curas querían que me fuese al Seminario; pero a mí me gustaba algo de las chicas, no sabía bien qué, pero yo tuve desde muy pequeño muy claro lo que sería y lo que no sería de mayor. Lo que no veía muy claro era cómo conseguirlo, pero tuve unos padres que me ayudaron a seguir el camino que yo me había trazado; y eso es más que un tesoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario