domingo, 16 de marzo de 2014

Los pantalones cortos

      Todos los niños llevábamos pantalones cortos en invierno y en verano, hiciese frío o calor. Si era por moda, o por razones de salud, o por escasez de tejidos, no lo sé. Pero lo cierto es que en invierno se nos ponían las piernas rojitas de frío. Las rodillas siempre iban ensangrentadas de los porrazos y golpes que nos dábamos. Es verdad que exponíamos más piel al sol y así obtendríamos más vitamina D para crecer y ser más altos. Pero mi generación no ha sido mucho más alta que la de mis padres y abuelos, y somos todos más bajitos que nuestros hijos. Así pues, el secreto del crecimiento no debía tener relación con los pantalones cortos.

      Al cumplir los 13 años empezaba el drama de los pantalones largos, porque unos se los ponían antes que otros y el llevar pantalones largos era símbolo de hombría. Yo recuerdo haberme puesto pantalón largo a los 14 años. Empecé mis estudios de Bachillerato Superior en Elda con pantalones cortos, ya empezaban a verse los pelos de las piernas, y al llegar el invierno me compraron pantalones largos. Qué sensación tuve de haber quemado una etapa de mi vida para siempre, ¡adiós a la niñez!

      Mi vida se convertía en una gran aventura. 

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