martes, 1 de abril de 2014

Los oficios callejeros

        Era normal que por las calles pasaran toda clase de oficios, que a voz en grito, y cada cual con su cantinela particular, anunciaba sus servicios:

* El aguador, que en Monóvar se llamaba Silvestre, repartía cántaros de agua potable.

* El paragüero, que arreglaba paraguas.

* El estañador, que arreglaba cubos metálicos con estaño, y a los lebrillos de barro cocido que se habían agrietado les ponía grapas.

* El colchonero, que reparaba y regeneraba los colchones.

* El afilador, que tocaba una flauta y con su bicicleta ponía en marcha la rueda de afilar cuchillos y tijeras.

* La panadera que, con unas cestas de mimbre enormes, repartían pan por las casas, y ensaimadas, madalenas, rollos. ...

 * El arropero, que vendía arrope y calabaza dulces.

      En Alicante, por las mañanas en verano me despertaba el horchatero, que gritaba: "Ye sivà, Ye sivà" ; iba con una carretilla y llevaba horchata y agua cebada (aigua sivà). Y también llevaba ensaimadas, rollitos morenitos y otros dulces para el desayuno. Por la tarde pasaba otra vez, pero como yo no dormía la siesta... no me despertaba.
      Pero a mí el que más me gustaba era el chambitero, que iba con su carrito de helados y vendía cortes, polos y chambis. Aunque pocas veces me compraban un helado, traía la esperanza de que alguna vez sucediera.

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