El autobús que nos llevaba a la estación del tren desde Monóvar se apodaba "El Botitos". Era un autobús amarillo, que venía desde Pinoso, y llevaba y recogía los viajeros que viajaban en tren. Se entraba por detrás, por un portón que había encima de la matrícula, y los asientos eran dos bancos corridos a cada lado del autobús, debajo de las ventanillas; en medio quedaba espacio para las maletas, cestas y capazos que como equipaje llevaban los viajeros. Si los equipajes no cabían los subían a la baca, donde también subían viajeros si abajo no cabían. A la baca se subía por una escalera de travesaños que había al lado del portón; yo nunca subí a la baca, pero bien que me hubiera gustado: ¡Bien fresquito que se iría!
Y se sabía cuando llegaba al pueblo porque se oía su bocina, que era una trompeta con una pera de goma al lado de la ventanilla del conductor que cuando la accionaba sonaba: "Mac Cú, Mac Cú", y la gente corría y decía: "Que ja aplega el Botitos, que ja està ahí".
Y el botitos fué la primera etapa de mis viajes a casa de mis abuelitos, a Alicante y a Denia, y la última en mis viajes de regreso.
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