jueves, 20 de febrero de 2014

Los deberes...

Mi padre y mi madre eran maestros en Monóvar. Cuando las clases terminaban por la tarde, a las cinco, yo corría a casa a coger la merienda y me iba a jugar a la calle. Y muchas veces llegaban mis padres acompañados por unos cuantos niños de su clase que invadían, muy serios y callados, las mesas del comedor de mi casa.

 ¿Qué hacían esos niños? ¿Merendar? ¡No! 
Hacían los deberes que no habían terminado a tiempo en la escuela, y no se iban de mi casa hasta haberlos acabado.

El otro día me encontré en Elche con un señor que me hizo recordar esto que os estoy contando, porque fue uno de esos niños. Y este señor lo recordaba con mucho cariño.

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