Siempre que me ponía enfermo me daba acetona. Era muy molesto. Empezaba con los zumbidos y pesadillas propias de la fiebre por unas anginas, o un catarro, y en seguida llegaban las ganas de vomitar. Mi padre recogía una muestra de orina, la llevaba a analizar, y volvía diciendo: "El nene tiene tres cruces de acetona". La solución era: Una inyección de Sincitina, que mi papá me ponía en el muslo, y no comer grasas ni proteínas, sólo azúcares.
La inyección la soportaba muy bien, era como una caricia más de mi papá, mucho mejor que vomitar, pero la dieta me venía más cuesta arriba, pues a mí me apetecía mucho más el queso y los huevos que no los caramelos o las uvas moscatel que con tanto mimo cultivaba mi abuelito Quico.
Mi hijo tabién padeció de acetona, pero lo solucionábamos con supositorios, y nada de dieta, y mis nietos... no tengo noticias de que hayan padecido esta molesta enfermedad.
Yo tambien sufrí de acetona de pequeño. Allá por los setenta...
ResponderEliminarY mi hermana también. Ella quizás más que yo incluso. Recuerdo las inyecciones que cuentas. Se llamaban Sincitina Ruska. Una cajita verde, con unas letras muy así onduladas, de estilo elegante y anticuado.
He intentado encontrar alguna referencia en la web, pero nada. El segindo nombre "ruska", creo que se es un adjetivo que significa simplemente "ruso". Podría ser el país que había patentado esas inyecciones. No sé.
La verdad es que funcionaban muy bien en casos agudos de acetona.
La acetona era una lata. Vómitos, mareos, malestar. Horroroso. Y los padres sufrían mucho, claro está.
La sincitina la he encontrado por la web y resulta ser una proteína viral, algo que llevamos los humanos en el adn desde hace millones de años. Y hay muchos estudios que la relacionan con varios tipos de enfermedades.
Saludos compañero!